La razón más habitual de que algunas empresas o marcas mantengan de forma voluntaria un perfil bajo en Internet es que tienen miedo de sufrir críticas –legítimas o no- que afecten a su reputación. Y, si sus canales de negocio son principalmente offline, es dudoso que se atrevan a embarcarse en el 2.0. ¿Es este un comportamiento correcto?